Algún día me volverás a ver saliendo detrás de un sol radiante tan lleno de vida y alegría como siempre me conociste, pisando las orillas del mar y gritando libertad.

Pero hoy camino por las calles a solas y llena de nieblas con las ramas de los esqueléticos árboles que adornan mi calle, peinando mi cabeza y con las manos en los bolsillos sigo mi camino debajo de una suave lluvia de madrugada, porque es en mi almohada que pienso cuando estabas hace unas horas junto a mí.

Caminando por la Agustín, el viento me arrastra al sitio que ahora yo llamo casa. Muy extraña, es el habitad donde he decidido comenzar el inicio del principio de lo que podría llamar mi vida.

Un dolor, es el vivir que nos trae a esta expiación de conciencia del diario existir; con los perros hambrientos de la envidia, discordia e intenciones infernales, nos tenemos que enfrascar en saludos hipócritas de buenos días cotidianos, muy falsos en esta vida real.

Manteniendo velocidad y rumbo, el viento se lleva donde quiera mi melena y la excesiva mirada de mi imaginación. No entro en razón, si hoy me siento tan mal, porque la liberación de mi alma no llega y es que flotar a veces quisiera en una nada habitual llena de paz.

En esta vida de sol y mucho calor, añoro personajes que no puedo imaginarme, porque no tienen rostros, ni alma que los ampare.

Pero esta noche conseguí caminar en el aire, por breves instantes de delirio incurable en mi mente; llena de soledad acompañada de personajes que al igual que yo persiguen el trance emocional de ser uno mismo, libre y lleno de paz.

De regreso a mi tan extrañado hogar todo está tan intacto como lo dejé. Solo que nuestro espacio nocturno, ya casi junto al amanecer es más desolado y triste que en mis días de peregrinación; esto no lo soporté y al séptimo día corrí desesperada a mi selva urbana y despiadada, a seguir la cotidianidad en que ya decidí y me resigne a vivir. Traje más dolor, por dejar en la ciudad fantasma a mis seres queridos y una luz de esperanza por descubrir una vez más que mi ojo clínico no falla y que hay alerta roja en mi corazón incurable, insaciable y deseoso de escribir en el alma de una presa tan parecida a ti.