Alimentamos nuestra alma con vacio y desesperación, perdemos la esperanza hasta ser autómatas de nuestra sociedad.
Sentimos libertad en lo que nos esclaviza y nos avergonzamos de ser sanos en nuestros sentimientos en este lugar de dolor y malas intenciones.
Muchas veces me apoye en otros que quizás no querían que mis dotes salieran a relucir por sabrá fulano que razón y entonces me observo a lo lejos sin poder unificarme en lo que quizás debería ser y ya no es.
Corro tan rápido que no puedo pensar ni decidir, tan solo seguir corriendo de ti, de mí, de ellos y aquellos que absorbieron mi bien.