Odio como miras, como sientes y mucho más la manera que te excitas, entregando todo del corazón sin tener ninguno.

Extraño aquella manera en que nada te afectaba con esa gran muralla que todos admiraban y envidiaban a la vez sin poder derribarla.

Odio esa manera ingenua de creer en todo el que a tu frente está. Dejar de ser tú misma y olvidarte de encontrar felicidad. Es verdad lo que te decían a nadie le importas más que a ti misma, y ese también solamente quería un papel más en esta farsa.

Aquel que sólo espera como todos los demás, verte derrotada para poder burlarse de tu dolor.

Todos repiten la misma conducta, y así te piden esperanza, nadie capacitado para entender esa mente enmarañada o quizás nadie te ama tanto para poderlo soportar. Lo peor es que tampoco te pueden odiar, pues nada has hecho tan sólo ser una victima más de esta sucia sociedad.