Le quitaron la libertad, le obligan a madurar. Cuarenta días sin ver el sol y mucho menos su amor, el consuelo es que escucha su voz y eso le da fuerzas para seguir.
Se aman y no pueden estar juntos, pero no por el destino sino por ellos mismos. Ella no cree en los sentimientos, pero la fe de él es suficiente para los dos. El deseo que los mueve es abrazarse hasta quedar fusionados, ese sentimiento nunca termina.
Ella se sentía una inmundicia y él con su caridad le hizo ver la luz en sus días, definitivamente cambio su vida. Los defectos no fueron suficientes para acabar con ellos más sí el demonio de los celos.
Ahora ella camina solitaria por las calles, ya no es única, no es especial; la infelicidad se lleva su esencia y con esta su belleza. La abandonó por la ambición y ahora tiene un falso amor.
Comenzaste bien, pero un triste final...