Me despierto en la madrugada sin poder recordar mis sueños, pasándome el humo e inmortalizándote con cada sonido sordo.

Tu figura sale del baúl de cosas olvidadas y es cuando me doy cuenta que eres mi mayor anhelo. Únicamente me queda este loco recuerdo que no es más que mi reflejo en el espejo, solitaria como siempre.

Ya no puedo distinguir si duele mas sentirse herido, o peor, no sentir, en un cuerpo seco de sufrimiento con tantos llantos sin nacer.

Un sentimiento apático, como si la muerte tocara su puerta y tan sólo queda un recuerdo en deterioro. Se queda el malestar de mi absurdo amor, perdido, que de platónico nunca ha pasado.

En medio del paraíso infernal entre cristales azules y ágata quemada.
Cada vez mas lejos tú y mi alma más que yo, y se me va la vida pensándote.
Me lanzo al mar con la esperanza de que las olas me lleven a ti, ni siquiera con toda esta sal curándome las heridas te puedo olvidar.

Camino por estas calles desiertas adornadas con un paisaje verde y esta soledad apuñalándome la espalda. En compañía del ángel azul emborrachándome de amargura y algunos mortales, siento esta arena blanca acariciándome los pies para recordarte más.